El aborto y la moral

El aborto y la moral
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Tras muchas semanas de movilización, tras una histórica victoria en la Cámara de Diputados, tras una discusión ininterrumpida de 16 horas, la iniciativa para legalizar el aborto hasta las 14 semanas de vida fue rechazada el jueves pasado por el Senado argentino.

Decía Jimena Soria (https://www.huffingtonpost.com.mx/jimena-soria/el-triunfo-de-las-argenti…) que, a pesar del resultado, la victoria de este movimiento fue despenalizar socialmente el aborto en Argentina. Coincido plenamente con ella. Las mujeres pro legalización caminaban desde hace semanas con un pañuelo verde amarrado en la bolsa, en el puño, en el cuello. No caminaban avergonzadas. Muchas contaron historias privadas de toda naturaleza; experiencias que inclinaron su opinión a favor de los abortos legales y seguros. Muchas otras sabían que no tenían que contar su historia; que su postura era tan ética, tan válida, tan moral como las de los antiabortistas (o más).

Contrario a lo que sucede normalmente en las discusiones de política pública, el aborto es una discusión en donde todo el mundo cree que es importante anteceder su opinión sobre la legalización con su perspectiva moral.

Un amigo querido (y conservador) me decía que no se sentía cómodo opinando sobre si el aborto debería ser legal o no, sin plantear el tema moral, porque le parecía que no era como una discusión de política pública sobre, digamos, aranceles (que, de hecho, desde mi perspectiva, también tendría implicaciones morales).

Y creo que hasta cierto punto tiene razón: la discusión también puede ser moral. Me atrevo a asegurar que quienes estamos en favor de la legalización somos, en nuestra mayoría, conversas. Es decir, la gran mayoría de nosotras, en algún momento de la vida estuvimos en contra del aborto o de su legalización. Muchas nos opusimos precisamente por razones éticas o morales. Y muchas cambiamos nuestra visión, también por razones éticas o morales.

Genuinamente puedo entender a quien piensa que es grave terminar con la vida de un embrión en cualquier momento de la gestación. Pero entiendo también que hay moralidades privadas y públicas que han monopolizado la discusión. No creo que quien defiende la vida del embrión a toda costa sea más moral que quien considera la posibilidad de interrumpir el embarazo. Creo que hay dilemas morales incluso en la preservación de la vida del embrión. Y precisamente por eso es importante que quienes defendemos la legalización del aborto, asumamos que la nuestra también es una defensa moral.

Porque, ¿por qué es más ético defender la vida de un embrión que el de la mujer que lo gesta? ¿Por qué es moral mandar a mujeres a practicarse abortos clandestinos?¿Por qué la moral es una y de una sola dimensión? ¿Por qué la voluntad de tener relaciones sexuales convierte el aborto en inmoral, pero la violación lo vuelve permisible?

Es más, como sociedad, ¿condonamos ciertas inmoralidades con ponderadores distintos? ¿O dejamos de hablarle a nuestros amigos infieles? ¿Cuestionamos siempre a quienes sabemos que pagan mordidas o compran facturas?

Todavía hoy no puedo imaginarme caminar en México con el pañuelo verde por las calles. Con orgullo. Con respeto. En paz. Sabiendo que no estamos del lado inmoral de la historia. Convencidas de que cuando hablamos de aborto tenemos que hablar de todas las vidas involucradas, tenemos que hablar de privilegio de clase, tenemos que hablar de acceso a la información, tenemos que hablar de violencia en las relaciones de pareja, tenemos que hablar de las fallas de los anticonceptivos, tenemos que hablar de la responsabilidad asimétrica que recae sobre las mujeres en la crianza, tenemos que hablar de la madurez para llevar a cabo la crianza, tenemos que hablar de la decisión y la libertad, y de cuáles son sus límites. La moral está en todas esas discusiones. Y mientras no podamos convencer a los antiabortistas de que la moral también es nuestra, que tiene más dimensiones y que ninguna de ellas tiene una respuesta simple, seguirán estigmatizándonos, como si tuviéramos algo de qué avergonzarnos.

*Especialista en discurso político.
Directora de Discurseros SC

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