Hoy son las elecciones y lo más seguro es que se declare presidente electo a Andrés Manuel López Obrador. Hizo, sin duda, la mejor de sus campañas. A una narrativa simple y sólida, agregó una comunicación emotiva y consistente.
Supo mostrar, mejor que nunca, al personaje que lleva años puliendo. La selección de voceros le permitió tocar todo el abanico de preferencias, sin posicionarse firmemente prácticamente en ninguno de los temas. Enfrentó las críticas con humor y accedió a acercarse pragmáticamente a corrientes políticas, conversos de la mafia del poder y a grupos empresariales.
Pudo devolverle a muchos la ilusión en la política. Logró que en ningún momento su discurso fuera contrastado con su desempeño. Su bandera más insigne, la lucha contra la corrupción, no tuvo que probarse ni siquiera durante la campaña. La defensa a Layda Sansores o el audio de su hijo negociando departamentos como quien compra una paleta no le hicieron perder un solo voto.
Y lo logró con una narrativa bien articulada, poderosa y consistente. Mientras durante sus cierres de campaña, Anaya y Meade agradecían a un rosario de asistentes, López Obrador posicionaba su propuesta como un movimiento de dimensiones históricas. Mientras los candidatos del PRI y del PAN nos hablaban del futuro en riesgo, Andrés Manuel hablaba de los muertos y desaparecidos de hoy y cómo atendería diariamente ese problema desde las seis de la mañana. Cualquiera que haya estado en una reunión de gabinete de seguridad sabe que la estrategia no puede ser diaria, que no se diseña con base en los delitos del día anterior, pero no importa. La mención, la aparente preocupación por dar prioridad al tema, logra sumar lo que a la debilidad de la propuesta no le alcanza para restar.
Los tres se contagiaron del discurso maniqueo que divide a “los buenos” de “los malos”; a quienes están del lado correcto de la historia y los que no. Pero mientras AMLO volvía una y otra vez a resignificar el “nosotros”, sus contrincantes se satisficieron con definirlo a él. Para el PRI y para el PAN el día de la elección es histórico, para AMLO el momento histórico trasciende el día de la elección.
Para Anaya, el México que soñamos se resume a un párrafo: aquel en el que el gobierno está a la altura del papá y de la mamá, que se quitan el pan de la boca para dárselo a sus hijos. Perdón, pero ¿quién sueña con ese México o incluso con ese gobierno?
Meade lo hizo un poco mejor. Él nos pidió que soñáramos “con un México unido, un México de y para las mujeres, un México seguro y sin impunidad, un México con certidumbre, estabilidad y más y mejores empleos, un México que cuide nuestro medio ambiente, un México sin pobrezas en el que nuestros hijos tengan una educación de calidad”. Una lista que no invita a la visualización. Que no permite imaginarse nada como un sueño, como esa experiencia de la fantasía que se siente tan real.
Porque al final, lo cierto es que Andrés Manuel, como la gran mayoría de los políticos, vende una fantasía. Pero no importa. No importa porque su discurso se da el tiempo de detallarnos una a una la trascendencia de cada propuesta, su referente histórico, la justicia social inherente. Mientras que Meade y Anaya enlistan sus propuestas como si estuvieran cansados de repetirlas, AMLO se detiene a saborearlas, a detallarlas, a darles vida.
Mientras el cierre priista fue en Coahuila, el estado con mayor sospecha de fraude electoral de la última elección y el del PAN en Guanajuato, el estado con más muertos diarios en el país, AMLO convocó a una fiesta en el Estadio Azteca.
Personalmente, no creo que Andrés Manuel vaya a ser mejor presidente que sus contrincantes; no creo que sus propuestas de política pública tengan ningún contenido viable y muchas me generan reticencias; no creo, ni siquiera que vaya a ser un gobierno especialmente honrado. Pero estoy convencida de que fue el único candidato que supo vender un deseo de país, que supo invitar a que lo imagináramos, con esperanza o con miedo, no importa. Es el único que sumó seguidores convencidos, dispuestos a defenderlo desde una soberbia y fanatismo que yo no había visto antes. Fue el que más ganas tuvo de ganar… y muy probablemente, gracias a eso, hoy por fin va a ganar.
Nota: todos los discursos de cierre están disponibles en https://www.animalpolitico.com/2018/06/que-dijeron-los-candidatos-presid…
*Especialista en discurso político.
Directora de Discurseros SC.