El fin de semana pasado terminó el periodo de precampañas de este proceso electoral. Lo que pareció un simulacro de la campaña me hace temer con intensidad el futuro cercano.
Después de 60 días de intensa (e insulsa) publicidad, puedo afirmar con certeza que sólo dos candidatos me mostraron algo que no conocía de ellos. Por un lado, Ricardo Anaya, de quien ahora sé que toca el ukulele y, de hecho, gracias a quien sé qué es un ukulele. Por otro lado, de Mikel Arriola aprendí que no es el tecnócrata liberal que yo pensé que era.
El cierre de campaña del precandidato del PRI a la gubernatura de la Ciudad de México (o como se vaya a llamar ahora) levantó revuelo en las redes sociales. En su discurso, Mikel afirmó que la familia sería su prioridad. Pero no cualquier modelo de familia, incluso recurrió a la tercera persona del singular (práctica que merece una columna exclusivamente para sí) para informarnos que “Mikel Arriola está en contra de la adopción entre parejas del mismo sexo”. Y ardió Troya.
Claro, esto es un decir, porque todos sabemos que las redes sociales son cajas de resonancia que casi siempre elegimos para confirmarnos en nuestras creencias. Entre la progresía que constituye mi caja de resonancia, surgió enorme (y, desde mi punto de vista, justificada) indignación. Que si la Corte ya había determinado la constitucionalidad del acto. Que si los derechos humanos podían ser consultados. Que si estamos en el siglo XVII. Etcétera.
Después, la discusión se centró en explicar la movida que, en cara de muchos, parecía suicida, haciendo alusión a los rasgos profundamente conservadores que prevalecen en la mayoría del electorado citadino. La Ciudad no es la Condesa, era la explicación. Y es cierto.
Ahora bien, más allá del contenido del mensaje, lo que a mí más me sorprendió fue el día y la forma en la que el candidato eligió plantearlo. Luis Pablo Beauregard, periodista del periódico El País, rescató en medio del debate la entrevista que le hiciera en diciembre a Mikel Arriola, en la que éste se definía como un “liberal” en lo económico y un “amigo de las libertades” en lo social y refería cómo estaba “completamente de acuerdo” con que la Ciudad de México fuera una de las metrópolis que “más hubieran ampliado esa visión”.
En materia de matrimonio igualitario, consistente con el abogado y funcionario apegado a la ley que ha sido durante toda su carrera como servidor público, dijo que como Ejecutivo le tocaría “aplicar la ley”. Boh. ¿Y entonces? ¿Qué pasó?
Mi hipótesis es que sus estrategas de campaña insisten en que sea quien no es. No sólo lo obligan a usar una cosa parecida al “como quieras puedo” como eslogan de campaña, sino que ahora a Mikel ya no lo dejan creer en la evaluación de impacto de las políticas públicas y asume banderas en contra de, por ejemplo, las fotomultas. Ya no es, tampoco el “amigo de las libertades” apegado a derecho, sino que es el nuevo aliado del Episcopado mexicano y del Frente Nacional por la Familia.
¿Por qué? La única razón que se me ocurre es que vieron alguna rentabilidad en transformar su personaje en alguien que no es. De ahí que se vuelva tan relevante cómo lo hizo. Porque debemos reconocer que, si nos hubiera explicado los porqués, podríamos haber sido más tolerantes con su intolerancia.
Tal vez si no lo planteaba como su postura personal, sino como un ejercicio de debate para acercar a los conservadores que no se sienten reflejados en las políticas públicas de la Ciudad. O si lo hubiera planteado como una alianza estrictamente electoral, pragmática, en pos de un bien mayor, como terminar con la rapiña en la Ciudad. O algo. Cualquier cosa. No sé, se me ocurre que eso hubiera sumado sin restar. Y, ¿por qué lo creo? Pues porque así se justificó la alianza del PES con López Obrador y mírenlo, tan contento con el apoyo de todos los que se escandalizaron con el discurso de Mikel Arriola.
Quizás en vez de andarse transformando en lo que no son, podrían intentar construir sus narrativas. Todo en política; todo en la vida es una guerra de narrativas.
*Especialista en discurso. Directora de Discurseros SC