Hasta que la dignidad se haga costumbre

Hasta que la dignidad se haga costumbre

Esta semana tuvimos el privilegio de escuchar uno de esos discursos que se quedan en la memoria colectiva de una nación para siempre; de los que se convierten en referencia inmediata; de los que viven en el mundo de las entrañas, que conmueven el alma y que enchinan la piel. De esos que ningún político ha dado desde hace décadas en este país.

La autora es una mujer indígena, pobre- que en este país es sinónimo de indígena-, maestra, hija de Jacinta Francisco Marcial, quien, a su vez, según la justicia injusta y cínica que tenemos, era cómplice de Teresa González Cornelio y Alberta Alcántara Juan de un secuestro imposible.

Este martes, por fin, el Estado mexicano reconoció la inocencia de las tres mujeres y les pidió perdón. En el evento convocado, Estela Hernández dio una clase magistral de humanidad, de valentía, de oratoria, de claridad, de convicción y, sobre todo, de dignidad.

Mi primer impulso es transcribir su discurso; repetirlo en donde sea necesario, cuantas veces sea necesario, lo fuerte de sus ideas, lo hermoso de su prosa (léanlo, compártanlo: http://www.jornada.unam.mx/2017/02/22/politica/005n1pol). Al mismo tiempo quiero desmembrarlo, señalar todos sus aciertos, explicar todos sus simbolismos, sus mensajes subyacentes, los elementos que le dan poder. Intentaré un punto medio. Retomo algunas frases.

En primer lugar, el discurso funciona tan bien porque Estela es una oradora con legitimidad plena. Víctima del sistema, puede denunciar los vicios de nuestro indignante sistema de justicia:

-“Hoy se sabe que en la cárcel no necesariamente están los delincuentes: están los pobres que no tienen dinero, los indefensos de conocimiento, los que poderosos someten a voluntad ajena. Los delincuentes de mayor poder, de cuello blanco, no pisan la cárcel.

-A todas las instituciones gubernamentales, como el CIDH, la CNDH, y otras de apoyo social, les decimos: pónganse a trabajar de verdad.

En segundo lugar, el discurso genera comunidad inmediata, vinculación, un “ellos”, las autoridades incompetentes, abusivas y corruptas y un “nosotros”, los que creemos que hay que denunciarlas:

-“Siguen siendo nuestros empleados a pesar de demostrar con este caso su ineficiencia e inutilidad”.

-“Este caso cambió nuestra vida para ver, saber y sentir que las victimas nos necesitamos, que lo que al otro le afecta, tarde o temprano me afectará a mí. Nuestra existencia hoy tiene que ver con nuestra solidaridad con los 43 estudiantes normalistas que nos faltan, con los miles de muertos, desaparecidos y perseguidos, con nuestros presos políticos, con mis compañeros maestros caídos, cesados por defender lo que por derecho nos corresponde: mejores condiciones de vida y trabajo”.

En tercer lugar, el discurso teje una agenda ética. Convicciones y valores que escasean tanto en nuestra clase política. Mi impresión es que nuestros políticos se han acostumbrado a defender agendas, no valores, para justificar su comportamiento errático e inconsistente. Pero Estela proclama desde la honradez:

-“Quiero decirles que vencimos el miedo para que la victoria fuera nuestra. El miedo no puede estar encima de la vida. Estamos orgullosos de ustedes”.

-“Hoy la historia la podemos escribir gracias a las personas que nos atrevimos a levantar la voz. Los que nos atrevimos hacer uso de la palabra, los que todavía tenemos principios humanos, estamos orgullosos de esta historia, aun cuando en los tiempos actuales está de moda enaltecer la corrupción, la estupidez, la ignorancia, no se la dejamos a la pudrición”.

Finalmente, en estos días en que el gobierno no ata ni desata una postura frente al gobierno de Trump, con niveles críticos de inseguridad, injusticia, inestabilidad económica; mientras los actores de la televisión nos convocan a abrazarnos y a tomar micheladas para superar la frustración, Estela nos da ejemplo de estoica dignidad:

-“A los que sólo piensan en el dinero de reparación de daños, no se preocupen. No nacimos con él, ni moriremos con él; nuestra riqueza no se basa en el dinero”.

-“Hoy nos queda solidarizarnos con otras víctimas, nos queda saber que la conciencia, la sabiduría, la razón, la vida y la libertad no se vende, no se negocia, ni tiene precio…”

-“Los que seguimos en pie de lucha por la justicia, la libertad, la democracia y la soberanía de México, para nuestra patria, por la vida, para la humanidad, quedamos de ustedes por siempre y para siempre la familia de Jacinta Francisco Marcial… Hasta que la dignidad se haga costumbre”.

Gracias, Estela y sí, hasta que la dignidad se haga costumbre…

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