Y con ustedes, el flamante secretario de Desarrollo Social…

Y con ustedes, el flamante secretario de Desarrollo Social…
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Desde mi perspectiva, los principales problemas de nuestro país son la pobreza y la desigualdad. Por eso creo que el o la titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) deberían ser grandes funcionarios públicos, con amplios conocimientos de su área.

Esta semana se conmemoraron los 25 años de la Sedesol. Es, sin duda alguna, el evento más deprimente que le conozco a este gobierno. Elaboro:

Luis Miranda se sube al escenario. Está notoriamente nervioso. Pareciera que nunca ha tenido la atención de tanta gente. Dicen que él es más de negociaciones en lo oscurito. Se le nota.

Comienza un discurso en el que tartamudea. Sus pulsiones le impiden decir diputadas, trabajadoras. Termina diciendo dos veces el masculino, pero no importa. Esas cosas casi nunca se notan.

El discurso, como todos los que se enuncian en esta administración, es una concatenación de ocurrencias sin ningún sentido de propósito. No hay un mensaje. No hay un argumento. No hay una secuencia lógica. Son discursos descuidados en todas sus dimensiones. Se permiten descuidos tales como empezar diciendo que “es un día de reflexión”, pero en toda la hora que duró el evento, no se plantea ninguna reflexión. Discursos descuidados en los fraseos. Frases desordenadas: “El primer secretario de Desarrollo Social dijo (…): Luis Donaldo Colosio”. Al parecer una redacción tipo “El primer secretario de Desarrollo Social, Luis Donaldo Colosio, dijo (…)” era muy poco excéntrica. Discursos que no cuidan los conectores. Hablan de derechos sociales consagrados en la Constitución de 1917; de repente ya estamos en los ochenta y con la Conasupo. También descuidan las transiciones: “así nace la Sedesol”, cuando se refieren a que “por eso” o “con ese objetivo” nace la Sedesol.

Discursos que caen en frases hechas, porque los discurseros del secretario no se dan cuenta de que un secretario de Desarrollo Social no puede salir a decir que “somos muchos los que ponemos nuestro granito de arena para hacer de México un país más incluyente”. Compadre, tú no puedes poner “un granito de arena”. Tú tienes que derribar una montaña. Sobre todo por el presupuestazo que tienes y los nulos avances que puedes presumir.

El discurso es descuidado, porque pinta de cuerpo entero a un funcionario que no entiende absolutamente nada de su encomienda. El secretario habla de la Ley General de Desarrollo Social, que crea el Coneval y le “instruye (…) medir la pobreza, no solamente tomando en cuenta el ingreso, sino también otros aspectos fundamentales para el bienestar de las personas”.

Nadie, nadie en su equipo fue para decirle que la idea de la pobreza multidimensional fue una ocurrencia del sexenio pasado y no del mandato original del Coneval.

Nadie en su equipo fue para decirle que el programa social que estableció directriz en la labor de hoy de la Sedesol no es Solidaridad, sino Progresa. Nadie le dijo que en su momento fue el programa estrella de combate a la pobreza ¡en el mundo!; que fue premiado y replicado sin ton ni son; que marcó los cimientos para las evaluaciones de impacto de la política social. Nadie le dice que Sedesol alguna vez tuvo esa dimensión y que hoy hace falta una introspección sobre qué pasó, sobre por qué la apuesta por el desarrollo de capacidades no ha rendido frutos; sobre por qué sigue habiendo tantos, tantísimos pobres.

Presentan videos, porque en esta administración son muy visuales. Videos cuyos guiones están igual de descuidados. Videos con protagonistas que nada tienen que ver con Sedesol, porque según el secretario el combate a la pobreza “es tarea de todos”, incluida la sociedad civil y la academia. Y nadie, nadie en su equipo le pregunta por qué piensa eso.

Lo único que no descuida el discurso es a nuestro señor Presidente, mencionado varias veces, a quien el secretario le reconoce “haber puesto en el centro de su administración al desarrollo social” y quien “ha impulsado cambios sustantivos en la política social”, mismos que, claro, nunca se mencionan. Ojalá nuestro Presidente fuera pobre. Tal vez, entonces, el secretario Miranda sabría algo de pobreza…

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